La Catedral de San Gall (1994)

1. La catedral de San Gall

La catedral de San Gall
en la vertiente del tiempo
fluyendo interminablemente.

Vertical y horizontal
depositada en tierra,
abrazando su solemne espacio.

Callada, como si contrita,
u oyera latir los siglos,
o evocara a sus muertos
eternamente sepultos.

En el cruce de las direcciones
de los hechos acaecidos,
clavada en las rutas traspuestas,
colosal testigo de piedra.

Alba de pesada nieve,
o mortecina de otoño,
soplada de aromas silvestres,
canicular rutilada,

la catedral de San Gall
erguida en las direcciones,
muda de opresas voces,
transitando entre los tiempos.

3. Gallus

Gallus un día señales de luz
en la floresta,
el rumor de las aguas mensajes
rodando piedras abajo,
rompiendo su trama de claves
en el sitio del templo,
marcando el sagrado recinto.

Donde Gallus su ermita,
donde la luz primera fulgor,
hogar de leño y plegaria,
allí fundación, sacramento,
morada de fe indestructible.

Desde la ermita der Gallus
la catedral de San Gall.

De la madera olorosa
piedra inmóvil sojuzgada,
pasmada torre inquietante,
bóveda fría curvada.

Gallus no supo las naves,
las espadañas sonantes,
el ábside en hemiciclo,
los filtros de límpida luz,
- los vitrales.

De Gallus la enhiesta ciudad,
las pedregosas calles,
las torrecillas de agudo perfil,
la catedral de San Gall.

Si un día trastornos la tierra,
conmoción de pétreas placas, quedará, erguida en el viento,
la catedral de San Gall.

6. Espíritu

Espíritu de la catedral,
milenario ente invisible
señoreando desde siempre
estoy bendecidos claustros,

¿qué fuerza sobrenatural,
qué poder inescrutable,
qué metafísicas dotes
en tu fantasmal intimidad,
en tu cetro de luz claustrerina,
para que mis labios preces,
para que mi cerviz acato,
para que mi frente grave
y mi orgullo prosternado?

Espíritu de Gallus,
omnipresente fantasma
merodeando entre las naves
con tus miles de pupilas,

¿qué camino en las tinieblas,
qué sendero entre las sendas
para que la luz su haz señero,
para que la voz
su inconfundible timbre,
para que el tiempo en el tiempo?

Espíritu de la catedral,
ser invisible cernido,
¿no es verdad que el árbol árbol,
que el río linfas fluyendo,
que nada en el mundo, nada,
que es mentira las tinieblas,
que en derredor de mi vida
la catedral de San Gall?

8. Vitrales

Por los vitrales la luz,
la luz de la inmensidad,
la inmensidad de las naves,
las naves de la catedral.

Conforme el sol sus rayos,
los rayos por el ventanal,
del ventanal custodiando
el flanco de la catedral.

Trémulo juego de luces
jugueteando en el cristal,
en el cristal irradiando
su espectro a la catedral.

El órgano temblor del aire
retumbando en el vitral,
el vitral que rubios haces
al vientre de la catedral.

Altura de los ventanales
cantidad de luz astral,
acribillando de diamantes
la catedral de San Gall.

10. Panteón

Como a las catacumbas
donde los primeros pasos,
donde la furtiva cruz,
donde clandestinos rezos,
en tiempos del centurión,
en el sombrío subsuelo,

así, con trémulo paso
por los escaños yertos,
sacudido de inquietud,
vertical en el misterio
de cenizas inextintas,
de indestructibles restos,

en la cámara mortuoria,
en el panteón de hondo sueño,
donde siglos recostados,
donde horizontales tiempos,
permaneciendo, durando,
transcurriendo en el sosiego
sin transcurrir, sin ayer,
sin atrás ni venidero,
de irreductible porfía,
inmóvil, pétreo, eterno,
pasmado en la onda espiral,
hipnotizado en su lecho,

Gallus, monje medieval,
Gallus, sus sagrados restos
en su soterrada cripta,
en su sumergido sueño
debajo de la catedral,
en el centro del misterio,
Gallus, el Intemporal,
roto, dormido y despierto.

12. Campanas

Campanas de la catedral,
vertido bronce rugoso
desgarrándose en sollozos
de desgarrado metal
en el aire tembloroso,

¿quién o quiénes tantos ojos,
qué espíritu medieval
derramado en manantial
de tañidos quejumbrosos
llorándole a la ciudad?

¿Tal vez Gallus su orfandad
de pastor vagando solo
por los siglos silenciosos,
sin encontrar un lugar
para su final reposo?

¿Quién desde el bronce su ronco
desgarro de alma sin paz,
su quejumbre, su ansiedad
de espíritu doloroso
llamando desde el más allá?

Campanas de la catedral,
ásperos sones rugosos
turbando el duro reposo
de la ciudad de San Gall,
doble fuente de ojos rotos.

15. Pila

El agua que en la fría piedra,
que en la verduzca pila
reposo de alas dormidas,
y no dormida, mas yerta,
aniquilada, abolida.

Que no agua, que no linfa,
que no física materia
transcurriéndose en la piedra,
girando en torno a sí misma
como el río que regresa.

Agua mágica, que muerta,
que más allá de la vida,
vuelve, y ya no es la misma,
ya no sacia ni refresca
la sed de toda agonía.

Agua que agua ambrosía
que Gallus, el monje asceta
desde una fuente secreta
que fluidez, mas no linfa,
que aguas, mas no materia.

Pila de labrada piedra
que límpida y cristalina,
mas no agua de esta vida;
que Gallus, cuando se fuera,
eternamente bendita.

17. Los pasos de Gallus

Tal vez por las escalinatas,
tal vez por los fríos peldaños
donde miles de solemnes pasos,
donde miles de pies reverendos
su silencioso homenaje,
su fervor de peregrinos,

todavía los pasos del monje,
todavía su ingrávida planta
para velar su casa dormida,
para recorrer las vacías naves
donde el perfume de las ceremonias,
donde los sones de cánticos píos.

Entonces a la medianoche,
entonces a la hora muerta,
su figura de pálido asceta,
su silueta de acérrimo monje
por las naves, como sombra en trance,
por los pasillos como un fantasma.

Y nadie en la obscuridad de tumba,
nadie en los lóbregos confesorios,
ni en la fantasmagórica sacristía,
ni en el altar horizontal tendido,
sino el paso de Gallus, el monje,
sino su perfil de pastor triste

cruzando el espacio embelesado,
atravesando el aire solemne
como un sonámbulo de otro tiempo,
como una intemporal aparición
levantada de un vetusto lecho
para velar la paz de su catedral.

24. Pájaros

Pájaros negros de las torrecillas,
huéspedes de la catedral,
¿sois, decid, los ángeles malos,
los espíritus malignos de San Gall?

¿Sois los demonios que atormentaron
a Gallus, el monje ermitaño,
cuando aquí puro clima aguerrido,
duro dominio de dioses paganos?

Albas palomas de la torrecilla,
clara luz de volante cristal,
¿sois, decid, los ángeles buenos,
los espíritus piadosos de San Gall?

¿Sois los diocesillos que acogieron
a Gallus, el Iluminado,
cuando aquí su mano la cruz y el olivo,
duro inicio del orden cristiano?

Pájaros de las torrecillas
difuminadas en la hora vesperal,
¿qué color el de vuestras alas,
qué espíritus hospeda la catedral?

¿Quién duerme junto a las campanas
y vela el sueño de la ciudad?
¿Quién custodia a Gallus, el monje?
¿Quién señorea el templo de San Gall?

27. Nave

Catedral equilibrada
entre los siglos muertos y los vivos,
entre los santos dormidos y sus sueños,
entre Gallus y los que no han nacido,

por tu techumbre de terracota
una línea horizontal limita
el ámbito de lo que ha muerto
y lo que no ha sido todavía.

Dame, que en el tiempo intermedio,
que en la zona neutral fugitiva,
imprecisa duración, ensueños,
inasible luz de tu vidriería,

dame, que pasas y no te encuentro,
que transcurres, y nadie te asimila,
dame un minuto en la cripta del Santo,
un recogimiento de alas abatidas.

Porque en tu fría nave silenciosa,
en tu interior de gruta sacrosanta,
van al garete tiempos y defunciones,
Gallus y su séquito de crononautas.