Libro de amor en invierno (1995/96)

1. Toda una eternidad

Toda una eternidad,
esposa,
todo un océano
sin orillas
para tu amor y mi amor,
para esta historia
imperecedera.

Toda la luz triunfal
a raudales,
todos los ríos
y su cantar,
todos los idiomas,
todos los vientos
y su soplo dialectal
para ti,
para mí,
para nuestra historia.

Toda la aurora boreal,
toda la nieve
septentrional,
toda la lluvia
y su flébil gorjear,
todos los aromas,
todo el espectro
de luz irisal,
para éste, tu milagro,
para el prodigio de amor.

Todos los rumores
de las aguas,
todos los sueños
y su trama cenagal,
todo lo inaccesible,
todo lo eterno,
todo lo fugaz.

Toda una eternidad,
esposa,
todos los alfabetos,
todas las lenguas muertas,
todo idioma que vendrá,
para contar nuestra historia,
para jamás olvidar.

3. Niebla

¿Es que nos extraviaremos
en la inmensa, inmensa niebla
cenagal,
que nunca regresaremos,
que nada, nada en la tierra
será verdad?

¿Que en ella nos hundiremos
ahogando nuestra huella
terrenal,
que mil años vagaremos
entre la gris cabellera
invernal?

¿Que en la muerte anidaremos,
que nunca más las estrellas
nos verán,
que sólo pájaros negros
lanzarán en las tinieblas
su graznar?

¿Que todo esto es sólo un sueño,
que es mentira tanta niebla
abismal,
que al final despertaremos,
que nada, nada en la tierra
nos vencerá?

¿Que en tu vida viviremos
más allá de las tinieblas,
más allá?

9. Jirón de juventud

Jirón de juventud
en los cuadernos:
ayer el tiempo azul,
ayer los sueños.

Por el renglón la mano
nerviosa caligrafía:
conmoción de antaño
para la poesía.

Para los viejos sueños
de aeda errante:
la lluvia en invierno
la única madre.

En aquellos cuadernos
polvo y melancolía,
prematuro silencio,
largas vigilias.

Largas travesías
por mustias calles:
al final la poesía
tu propia madre.

Jirón de juventud
del tiempo roto:
para el olvido tú,
de los sueños el polvo.

14. Vertiente

Vertiente el agua
que bajo la tierra
obscuro fluir
a ciegas.

Oscuro vagar
de sóterras venas
entre errantes raíces
a tientas.

Tácitas linfas
de mejillas frescas
fluyendo dormidas
sin tregua.

¡Las aguas, Claire,
las aguas ciegas
buscando la luz
a tientas!

Buscando tu boca
de linfas frescas
en un océano
de niebla.

Vertiente el amor
bajo la tierra,
tras tu prófuga
sed secreta.

15. Habitaciones

Hogar las habitaciones
bajo el tejado
en el envoltorio
de aguas precipitadas,
y el aliento del Rin
con su gris penetración
de oníricos vapores.

Aquí amor en el asedio
de hostiles elementos,
en la invisible amenaza
de ocultas fuerzas
cerrando el duro cerco
de bruma y esperpento,
deslizando sus larvas.

Amor en la densidad
de tanto fantasma,
de tanto espíritu avieso
infiltrándose,
subrepticio, en puntillas,
etéreo y corrosivo.

Habitaciones, cuartos
enormemente habitados,
espacio sometido
a férrea obediencia,
a una estricta disciplina
de fieles centinelas
velando la expuesta grey
en el vital entrecruce
de vaho y maleficios.

Aquí, amor, resistencias
de orquídeas y violetas,
de aguas precipitadas
precipitando sus ruidos,
conjurando trasgos,
de fórmulas cifradas
recitadas en voz alta,
disueltas en el aire.

Aquí resistencias
de fieles utensilios,
de bártulos insomnes
emboscados en armarios,
en calladas alacenas,
en el rotundo anonimato
de la buhardilla.

Amor cuando las torres
de la catedral en brumas
su súbita prorrupción
de secos tañidos,
y en los cristales temblor
de fuerzas exhaustas.

Habitaciones en lo alto
férreamente habitadas,
duramente sometidas
a vital obediencia,
íntegras en su lealtad
bajo el neutral tejado:

Aquí amor de convictos,
aquí amor de cómplices
en la trama humana,
recia perseverancia
de dos en el vértigo
de bruma y maleficios,
de dos en el asedio
de ocultas fuerzas
cerrando su cerco.

18. Pan ácimo

Mañana pan ácimo,
mañana ácimo trigo
de ácimas harinas.

El pan nuestro, Claire,
el don de la tierra
volcado en la semilla,
ácimo, carente,
pastoral, labriego.

Mañana carencia,
mañana frugalidad,
dura abstinencia.

Dura sed de ti
en ti interrumpida:
ácimo pan,
ácimos trigos,
inconclusa harina.

Secos pastizales,
secos sembradíos:
ácima simiente,
ácimos frutos.

Mañana frugalidad,
mañana pan exiguo,
desbordada sed de ti,
ácimas gavillas.

19. Prodigio

Un horario hostil
de voces y antepasados,
de quiromancias y brujas
volando en el tiempo,
de pócimas degustadas
con esmerada fruición,
con sumo regocijo.

Alguien huesos depuestos
y corrupta presencia,
alguien inaccesible
su sutil, clandestina,
su invisible presencia
en la espesa penumbra,
en la densa humareda
infiltrando la casa.

¡Qué miedo, amor,
qué pavorosa bruma
pujando en los cristales,
cercando la casa
con sus fantasmas,
despertando difuntos!

Tal vez estos cuartos,
tal vez la escalera,
tal vez el sótano hosco
alguna vez residencia
de adivinos y magos,
de prófugos hechiceros
aquí parapetados.

¡Qué lobrego esfuerzo,
qué acto de valentía
apenas concebible,
para amarnos aquí,
para arrostrar hechizos
mordiéndonos los labios!

En la gris nebulosa,
en el hostil horario
de ánimas y voces,
tu cuerpo su temblor
rozando mi cuerpo,
tu trémula piel
a mí ceñida,
y ¡qué extraño prodigio
de valor, amor,
para amarnos aquí,
en la gris madriguera
del gris invierno!

Qué prodigio azul
tus ojos abiertos
quebrantando el cerco,
rompiendo el cinturón
de espesas brumas.

Qué prodigio, amor,
amarnos siquiera,
amarnos siquiera.

21. Alguien no llegará a casa

Áspera piel el clima,
áspera, elástica piel
confundiendo en su puño
colores y facciones,
atuendos, máscaras,
direcciones y vuelos.

Por la misma senda,
la misma escalera,
con los mismos pasos,
y sin embargo, ¿quién,
quién ahora que todo,
ahora que nada,
ahora que las cosas
y todo lo viviente
en su infatigable arbitrio?

Rostros desvirtuados,
formas distorsionadas
tras las cambiantes rachas,
tras la retina empañada
del aire borrascoso,

alguien no llegará a casa,
alguien errará esta tarde
y será esperado
bajo el mismo dintel,
en la misma escalera,
en la misma senda,
y no llegará,
no llegará a casa.

Alguien me esperará,
alguien abrirá las luces,
alguien gritará mi nombre,
y no llegaré,
no llegaré a casa.

En la áspera caverna
del áspero invierno,
colores, facciones,
atuendos, máscaras,
direcciones y rutas
desvirtuados en su arbitrio.

Y nadie me hallará,
nadie sabrá mis pasos,
nadie me verá errar
mil años entre sus hebras.