Megalítica (2000)

1. Unción

Unción de lágrimas silvestres,
unción de humedad e intemperie
para este íncola monacal,
para este acólito de dríadas
y deidades agrarias ocultas
en los espesos bosques, en torno
de santuarios megalíticos,
de altares de piedra en que el musgo
su pátina de siglos de agua,
su testimonio de verdes retoños
en la proliferación de la espesura,

un bautismo de rocío, padres,
un derrame de linfa auroral
sobre mi testa sin mácula
de diademas o impuros ungüentos
en la densa soledad silvestre,
en el sacro recinto monacal.

Inmóvil en la densa espesura
la tácita presencia de deidades
velando la paz de los huesos
agrestes, de rancias cenizas
bajo la fragante sepultura
del humus en vaho silvestre,
en exhalaciones de la cal.

Aquí mi vida en tránsito atada,
aquí ungido acólito morir,
y danzar con druidas y doncellas
bajo el haz de la luna llena,
bajo su magnética luz astral.

Unción de frío e intemperie,
unción de pedregosas linfas
para este nuevo monje rural,
para este devoto de las piedras
admitido en la hermandad solar.

7. Afrodita

Así caídos tus párpados,
así clausurada a la luz
tu fría vida sin vida,
desnuda entre las estatuas,

en vano mis tibios dedos
deslizando por tu piel
su arrobo de escultor ebrio
en el tránsito de las formas.

En vano mi boca hambrienta
sobre tus marmóreos senos,
en vano mi loco deseo
su fuego en torno al fuego yerto.

En un único movimiento
paralizada, en el acto
de desatar tu desnudez
sobre el tálamo silvestre,

caerías a la hojarasca,
y crepitarían las hojas secas,
muda, si no suspendido
del cincel tu cuerpo ebúrneo.

Así suspensa entre la rigidez
y el deseo, entre el fuego
y el frío eje curvado,
en tu cuerpo yerto la lucha
de dos enemigas fuerzas.

Y así tus párpados caídos,
así clausurada a la luz,
tu vida ninguna vida,
y ningún arrobo el deseo
de mis dedos infructuosos
por tu cuerpo deslizándose.

10. Megalítica

De la megalítica
de piedras desnudas,
de piedra basta en el roce
de manos y plegarias,
de ritos y ofrendas
desbastada, inerte
y convulsa de latidos
en su terrestre inercia;

de la megalítica astral,
de los inmensos bloques
en círculos dispuestos
en el rabillo del sol
pasmado en su solsticio,
inmóvil por una décima
de segundo en su rodar…

Sí, de la monumentalidad,
del ímprobo esfuerzo mental
atisbando en el retorno
de los desprendimientos,
monacal en su fervor
de centinela cósmico
el íncola agreste…

Piedras de astrales latidos,
piedras de la inmensidad
del cosmos desprendidas,
de la pátina de musgo
que la húmeda intemperie
a través de los siglos,
en las estrías que el druida
con su puñal de cuarzo
a la hora del búho,

o en la fría gravedad
de tu frente austera
llena de voces de piedra,
sacudido en la lucha
de átomos girantes,
de átomos vertiginosos
en la fementida inercia…

Sí, allí los testimonios,
allí las digitales huellas
del íncola extasiado
en su pertenencia astral.

Un puñal de pedernal
desgarradoramente,
un montón de cenizas,
un manojo de gavillas,
una mancha de sangre
en el tributo solar.

De la megalítica
la unción de los creyentes,
el periplo de los monjes
por la elíptica solar.

De la megalítica
de piedras desnudas,
de piedras patinadas
en el roce del tiempo.

En el roce de los ritos
de la hecatombe astral.

12. Calendario solar
(Stonehenge)

Piedra del calendario solar
en el solsticio incendiario,
erguida hacia la inmensidad,
insomne en tu disciplina astral
de centinela planetario.

Anterior al tiempo tu mole
de recio granito urdido
en las ígneas convulsiones,
y anterior a los relojes
tu horario de sol y orificios.

En tu monolítica unidad
de unidades líticas fijas
en torno al ombligo solar,
la angustia de la humanidad
en su orfandad insumida.

La angustia del animal-hombre
desnudo en la magnificencia
del universo sin bordes;
desnudo ante la piedra enorme,
muda en su clarividencia.

13. Insomnio

¿Y si la sagrada poesía
nada más que un sublime espejismo
de tu miserable animalidad,
de tus lobos ahítos de aullidos?

Tarde ya cuando el vate en su lecho
agobiado por su deber luminal,
clavado su alfabeto sonoro
en la turbia vertiente oracular.

El hombre hijo del hombre y del hombre,
y del hombre hasta el primer hominido,
y detrás las ciénagas del terciario,
y más allá sólo simios y simios.

Sagrada poesía, lo humano en mí,
lo humano en la animal humanidad,
nada más que tu pura inocencia
forcejeando con la animalidad.

Entre la bestia y el canto, hermanos,
intemporales númenes vivientes,
entre la bestia y el canto el hombre,
retoño de réproba simiente.

Entre el hombre y la bestia la Caída,
y entre la poesía y el mal nacido…
Ah, entre el réprobo y la poesía
algún descuido de los Olímpicos.

¿Pero y si la sagrada poesía
nada más que un sublime espejismo?

14. Temporalidad

A la divinidad subceleste
el ángel de la temporalidad
con sus viejas alas cenicientas,
con su perseverante icaridad.

Antiguo el vuelo del dios tremebundo,
antiguo el sueño de su majestad.
O antiguo su natal cautiverio
en la misma celda de su libertad.

Un híbrido entre ángel y gusano,
un órnito trunco en la orfandad.
Un bastardo a los pies del Olimpo
con su anáptera temporalidad.

Ángel de la amarga desolación,
ángel cautivo en tu reptilidad:
lo gusano en ti tu vuelo insurrecto,
y lo heráldico tu dedalidad.

Miles de edades de perseverancia,
y tus naves un soplo de la edad;
y tus alas plumas chamuscadas,
y tu hibris tu propia cautividad.

Con tu ajuar de derrota y miserias
a la subceleste divinidad,
al humus natal, a tu guarida,
a tu celda en la temporalidad.

18. Uvas demoníacas

Uvas demoníacas
en la vertiente libidinal
de esta linfa sanguínea
coagulada en el vértice
de tumultuosos climas,

uvas dionisíacas
madurando en la danza
de ménades y faunos,
tiñéndose de ollín vegetal
y fuego nocturno
de hogueras crepitantes.

Áspero el vino
en la ritual pronunciación
de secretas contraseñas,
áspero su temple viril
escanciado en los labios
de la espartana cofradía.

Camaradas de filiación sonora
en el entrechoque de jarros,
camaradas de ruda estirpe
reunidos en la confirmación
de juramentos y pactos:
sólo el vino el calor animal
de las parras libidinosas,
sólo el vino la áspera unción
de la otoñal intemperie,
sólo el vino en sangre envuelto,
en sangre de ásperos climas.

Sólo el vino de uvas bermejas,
de uvas madurando en la danza
de ménades y faunos,
de uvas demoníacas
para la espartana cofradía.